martes, 28 de abril de 2009

EL CIGARRALEJO. Museo y Yacimiento nos hablan del mundo ibérico

Plan para hoy, visita al museo del Cigarralejo y su yacimiento.

Si el museo del Cigarralejo es una visita obligada para todo aquel que se acerque a Mula, también habría de serlo, la visita a su yacimiento. Dos citas que deberían de ir siempre unidas, por que si interesante es conocer este conjunto arqueológico, colocado en sus vitrinas y maravillosamente explicado, sin duda alguna, nuestro modo de verlo y sentirlo es completamente distinto si antes hacemos un pequeño recorrido por su yacimiento, el lugar donde estas gentes vivieron durante siglos, saber que era esta piedra o aquella otra, ver los restos de muralla o de santuario y tratar de reconstruirlos en nuestra mente, divisar esos maravillosos paisajes y tratar de imaginarlos tal y como ellos los veían hace cientos de años.

Todo esto esta ahí, a tan solo 4 km de Mula, no hay que hacer ni submarinismo, ni espeleología, ni alpinismo. Se puede ir tranquilamente caminando, en bicicleta o en coche. "Pero" , siempre hay un pero, no todo el mundo puede permitirse el lujo de llevar un acompañante versado en la materia que te pueda explicar lo que estas viendo, y entonces aquí surge mi pregunta, ¿sería tan complicado hacer un centro de interpretación? combertir este cerro, hoy tan solo un cabezo lleno de piedras para la mayoría de los mortales, en una visita complementaria del museo, conseguir a través de unos simples carteles explicativos que el visitante conozca como era el modo de vida de estas gentes; quizás no sea factible, a juzgar por los años que han pasado desde el descubrimiento de este valiosísimo yacimiento. A proposito, con un poblado todavía pendiente de excavación.

Yo de momento voy a contar mi experiencia.

Nada más llegar lo primero que nos encontramos es un pequeño edificio abandonado, una pequeña casa mandada construir por Don Emeterio Cuadrado al percatarse de la importancia de los primeros hallazgos, y a la que cariñosamente bautizaron como Hotel Necropol dada su proximidad con la necrópolis. Corrian los años 40.


Comenzamos por tanto nuestra aproximación a este asentamiento Ibero paseando por lo que fue la Necrópolis del poblado. Se situaban siempre fuera del recinto amurallado, suponemos que el hecho de incinerar a sus muertos hacía necesario su construcción algo alejada de la zona de viviendas y siempre en lugares abiertos, en el Cigarralejo se encuentra en la zona más baja del cerro, justo en el límite. Ya aquí empezamos a disfrutar de unas maravillosas vistas.

Lo primero que nos llama la atención es la cantidad de restos de cerámicas de las excavaciones con las que nos vamos topando, allá donde mires hallas algo, cerámicas que nos hablan de lo importante que era la alfarería para estas gentes, vemos restos de vasijas practicamente iguales, pero sin embargo unas son autenticas vajillas de lujo traídas de Grecia e Italia, y otras simplemente imitaciones, dada la maestría que esta cultura adquirió con el manejo del torno del alfarero introducido por los fenicios.









Comenzamos el ascenso, llegamos a una zona donde nos explican debía estar situado el poblado, a medio camino entre la necrópolis, y el santuario. Ya podemos ir observando algunos restos de muralla y como aprovechaban cualquier elemento natural para a partir de él comenzar a construir su muro defensivo, hecho de piedra y adobe.
La guerra en el mundo ibérico era algo usual, estaban sumidos en continuas luchas entre unos y otros, nunca llego a existir un estado
ibérico como tal por lo que la defensa para ellos era algo que no podían ignorar, es por eso la elección de sus enclaves siempre en altura, y dominando los terrenos circundantes, las casas se organizaban en pequeñas manzanas irregulares adaptandose a la topología del terreno, no existía un urbanismo previo.
Los interiores eran sencillos y funcionales, normalmente de forma rectangular y una sola habitación que podía a veces compartimentarse en dos, con muros bajos de adobe que se utilizaban como bancos para colocar la vajilla y enseres del ajuar doméstico. La techumbre a un agua era de cañas y barro y las paredes de adobe, construidas sobre una base o zócalo de piedra.
Tenían reserva de agua, molino que ya es circular de dos piedras, reserva de alimentos incluso algún corral. Paseando hemos encontrados restos de piedra de molino y la piedra de entrada a alguna casa donde claramente se ve el agujero circular del eje en donde giraba la puerta










Caminamos hacia el punto más elevado y llegamos al lugar donde se levantaba el Santuario.
Siempre situados próximos a las grandes vías de comunicación, los Santuarios podían dar servicio a varios poblados, situandose siempre en aquellos de mayor relevancia, sí existía sin embargo una necrópolis para cada asentamiento.
Aunque la maleza dificulta bastante la visión, se observan restos de muro que dejaron a la vista las excavaciones, y alguna estructura de habitación, como la Favisa un pequeño habitáculo sagrado dentro del propio templo.









Desde este punto privilegiado observamos unos paisajes de ensueño y lo que fue una de esas importantísimas vías de comunicacion, el conocido como camino viejo de Yechar, una calzada romana, ahora cubierta de tierra, que a través de ella por el norte, se enlazaba con la ruta Saltigi-Carthago Nova y de esta manera se accedía a los territorios ibéricos de la Alta Andalucía, sureste meseteño y costa levantina. Lo podemos ver en la foto, situado tras la piedra Plomera.

Ahora queda saber cuales fueron los maravillosos hallazgos que nos depararon estos lugares, y para ello quién mejor que un museo dedicado integramente a la cultura íberica y en particular a este yacimiento. Aquí tienes el link de su pagina web: EL MUSEO DEL CIGARRALEJO




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